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PACO EL DE LUCENA
[Si quieres utilizar el texto como referencia: Castro Martín, María Jesús, 2014. La guitarra flamenca en el siglo XIX. Seis obras originales para cuarteto de guitarras flamencas, p. 11-12. Madrid: RGB Arte Visual.]
Francisco Díaz Fernández «Paco de Lucena» (Lucena (Córdoba) 1859-1898), también conocido como «El Lentejo», demostró su afición por la guitarra desde su infancia y ésta se afianzó al entrar a trabajar en la barbería del maestro Espinosa, barbero y guitarrista aficionado. Su formación musical y guitarrista se amplió a través de las enseñanzas del noble lucentino D. Rafael Nieto Tamarit. En los años 70 del siglo XIX se instala en Málaga y se introduce en el ambiente de los numerosos cafés-cantantes de dicha ciudad mercantil y próspera, especialmente en el Café de Bernardo o del Sevillano junto a Francisco Reina «Paco El Águila». A finales de la década y principios de la siguiente se traslada al famoso café sevillano de Silverio Franconetti y desde ahí inicia una gira acompañando a Juan Breva por Lucena, Córdoba y Almería, entre otras ciudades, y posteriormente a Fernando el de Triana con el que actuó en Barcelona. En 1891 se hace cargo de la dirección del Café del Recreo de Córdoba, acompañando a Antonio Chacón y a Juan Breva.
El toque solista de «Paco de Lucena» representó una evolución respecto a sus antecesores al incorporar al repertorio concertístico nuevas obras, como La Rosa, en tono menor con origen en las bailables alegrías flamencas. Asimismo, la base musical clásica que seguramente el Marqués Tamarit enseñó a Francisco Díaz en la época de su aprendizaje lucentino favoreció la dedicación por parte de éste a la guitarra flamenca concertista y ayudó a desarrollar los elementos principales del toque de concierto de la segunda mitad del siglo XIX: el rasgueado, el trémolo clásico de tres notas, el pulgar apoyado y los arpegios ascendentes y descendentes, así como la ampliación en el número de acordes, posiciones en la mano izquierda que se pueden observar en las fotos del guitarrista.
Paco de Lucena se configura como el principal disgregador del localismo guitarrístico de la guitarra de acompañamiento e impulsor de una universalidad de la guitarra de concierto en la que, como tocaor innovador y moderno, se distanció de la generación precursora y propició los parámetros musicales necesarios para que la última generación de tocaores de finales del siglo XIX consolidara definitivamente la normalización guitarrística, tanto del acompañamiento como del concertismo.
A pesar de que no hay constancia sobre el repertorio que interpretaba Paco el de Lucena como concertista, sí hay abundantes datos sobre su ejecución en las décadas de los años 80 y 90 del siglo XIX: en el Salón Teatro Variedades de Sevilla en el año 1885 se le presenta como el «afamado concertista de guitarra don Francisco Díaz», y al acto que éste realiza en solitario como «concierto de guitarra»; en el Teatro Principal de Lucena acude como acompañante al cante y toque con Juan Breva y también se anuncia la actuación de un «concierto» ofrecido por Paco de Lucena, y en el Café del Recreo de Córdoba, donde el guitarrista ofrece actuaciones en solitario junto al acompañamiento al cante de Antonio Chacón. Finalmente en 1895 Paco de Lucena realizó en la Sala Erard de París «un concierto» y fue presentado como «popular guitarrista». El propio Javier Molina diferenciaba entre Paco de Lucena que «tocaba de concertista» y él que acompañaba a los cantaores.
Todos estos datos, junto al análisis de las cuatro falsetas que han llegado hasta hoy día en las que se observa un uso del trémolo, entre otros mecanismos novedosos, nos confirman que Paco de Lucena fue uno de los primeros concertistas flamencos, ya que, a diferencia de Francisco Sánchez «El Jerezano», no provenía de la guitarra clásica pero tuvo conocimientos musicales suficientes para poder ampliar los recursos técnicos y poder conformar nuevas ideas compositivas que se reflejaran en novedosas obras de concierto. La coincidencia en las décadas de los 80 y 90 del siglo XIX entre ambos guitarristas precursores del concertismo flamenco es significativa, pero mientras que Francisco Sánchez da sus conciertos en espacios no tan populares, Paco de Lucena, desde los cafés y teatros en los que se representaban los géneros musicales más de moda entre la población, como el flamenco, consiguió afianzar el concertismo interpretando un repertorio de estilos flamencos hasta su culminación en el año 1895 con un concierto en la Sala Erard de París. En palabras de Don Antonio Chacón, «Fue Paco el de Lucena quien dignificó el arte de la guitarra, hasta llevarlo al escenario, como fue Silverio Franconetti el que lo hizo en el cante».
El trabajo de normalización y de innovación técnica que realizó Francisco Díaz se vio proyectado en su alumno Rafael Marín quien, sin ser tocaor flamenco en activo, supo evidenciar a la perfección las revoluciones técnicas y compositivas que se estaba produciendo en la guitarra flamenca y que sin lugar a dudas Paco el de Lucena fue uno de sus máximos precursores.
La cuarta obra que nos presenta el Cuarteto de Guitarras Al-Hamra, «Aroma», es una guajira a la manera tradicional, cante representativo de este período cuyo acompañamiento guitarrístico ya se encontraba plenamente normalizado y se convirtió en uno de los primeros estilos en integrarse en el repertorio concertístico.
La audición de «Aroma» nos descubre, según su compositor Manuel Granados:
Una obra cíclica, de cinco tiempos en compás de amalgama 6/8 – 3/4 en el modo mayor en La, que presenta una introducción y cuatro temas melódicos cantábiles de mucho vigor y frescura, desarrollados con diferentes procesos mecánicos y enlazados todos ellos con puentes, utilizando el compás característico del estilo y un finale armónico muy expresivo con el mecanismo de pulgar-índice.
LA GUITARRA FLAMENCA EN EL SIGLO XIX
[Si quieres utilizar el texto como referencia: Castro Martín, María Jesús, 2014. La guitarra flamenca en el siglo XIX. Seis obras originales para cuarteto de guitarras flamencas, p. 1-12. Madrid: RGB Arte Visual.]
El ambiente guitarrístico del siglo XIX es un capítulo pendiente de la musicología española. También de la flamencología que poco a poco va elaborando una historia de la guitarra flamenca con rigor. La marcada diferenciación entre dos disciplinas musicales que operan desde ámbitos distintos, la musicología para la guitarra clásica y la flamencología para la guitarra flamenca, hace que nuestro objeto de investigación, la guitarra flamenca de concierto en la segunda mitad del siglo XIX, se delimite de una manera muy acentuada y el interés quede reducido a una área particular, la del flamenco, no teniendo en cuenta los puentes de conexión existentes en uno u otro ámbito.
Sin embargo, para una acertada aproximación a la guitarra flamenca de concierto decimonónica, se han de considerar los múltiples contactos que con toda seguridad se produjeron entre guitarristas clásicos y flamencos, en una época en la que los métodos de transmisión en la música clásica se realizaban mediante las audiciones o las ediciones impresas de transcripciones guitarrísticas, mientras que en el flamenco sólo se podía llevar a cabo a través de las audiciones en conciertos y los encuentros personales, como consecuencia de la transmisión oral del toque flamenco.
Estas conexiones favorecieron la adquisición entre los guitarristas flamencos de la segunda mitad del siglo XIX de recursos técnicos adecuados para poder llevar a la práctica conceptos armónicos y contrapuntísticos en las nuevas obras de concierto, ideas musicales que difícilmente pudieron haber desarrollado los guitarristas preflamencos de principios y mediados del siglo XIX, como Francisco Rodríguez «El Murciano» o Sebastianillo, tocaores locales de acompañamiento de quienes no consta que pudieran haber llevado a cabo dichas conexiones.
El concepto localista y territorial que aportó el toque de acompañamiento al cante y al baile se vio culminado por ese otro toque de concierto en el que tuvo un papel fundamental las posibles influencias que hubieron entre los guitarristas clásicos y los flamencos, mediante una visión global que trascendió el localismo primigenio. Las obras de Antonio Cano y Julián Arcas fueron interpretadas por Francisco Sánchez «El Jerezano» y, a su vez, influenciaron en guitarristas, como Francisco Tárrega, que fueron referentes para los guitarristas clásicos y flamencos, como Amalio Cuenca, Miguel Borrull Castelló y, a través de éste, Ramón Montoya. Asimismo, Francisco Díaz Fernández «Paco de Lucena» creó un discurso propio cuyo principal sucesor fue Rafael Marín.
Desde el ámbito de la recepción, imprescindible para situar cada género musical en su contexto según el principio de que el arte musical es un acto de comunicación con el oyente, el público del siglo XIX era diferente para las audiciones de las obras clásicas de concierto, en las que la guitarra era el único instrumento principal, o para las de los cantes y toques flamencos, donde la guitarra estaba totalmente supeditada al cantaor en un plano sonoro jerárquico.
Esta diferenciación social en la recepción sonora no favoreció una aceptación de la guitarra flamenca solista decimonónica, pese a los esfuerzos que casi todos los guitarristas flamencos de dicho período realizaron al tocar pequeños solos entre cante y cante, y el concertismo flamenco propiamente dicho tuvo que iniciarse previamente en el extranjero, hasta que en el siglo XX se concretó un público receptivo para este tipo de eventos entre los aficionados flamencos. Este concertismo flamenco implica una recepción en el ámbito de un público de cultura flamenca, por lo que se ha de excluir a los guitarristas Trinidad Huertas, Antonio Cano y Julián Arcas como flamencos ya que interpretaban sus obras ante un público preferentemente de ámbito culto en espacios distintivos, lejos del populismo flamenco.
Desde este punto de vista iniciamos nuestra propuesta musical por la guitarra flamenca de concierto de la segunda mitad del siglo XIX. Los seis guitarristas que presenta el Cuarteto Al-Hamra, Antonio Cano, Julián Arcas, Francisco Sánchez «El Jerezano», Paco de Lucena, Miguel Borrull Castelló y Ramón Montoya, con obras ambientadas en sus repertorios y compuestas por Manuel Granados, de una manera u otra están relacionados y, en especial los cuatro últimos, van a conformar las primeras generaciones de tocaores-concertistas quienes, gracias a su inquietud musical y a su afán de superación, buscaron nuevos caminos de expresión dentro del lenguaje guitarrístico de la época.
La dialéctica entre lo genérico y lo específico, entre lo popular y el localismo, frente a lo universal se desarrolla en el discurso sobre la contribución de estos guitarristas a la guitarra flamenca de concierto, quienes se configuran como disgregadores del localismo guitarrístico e impulsores de una universalidad de la guitarra solista en la que, como tocaores innovadores y modernos, se distanciaron de sus contemporáneos y propiciaron los parámetros musicales necesarios para que se consolidara definitivamente la normalización guitarrística del concierto flamenco.
En cuanto al repertorio, esta visión universal no localista hizo que principalmente dichos guitarristas no se configuraran como creadores e impulsores de nuevos toques de acompañamiento, como se corresponde con una visión territorial del repertorio flamenco, y sí como creadores de nuevos estilos musicales solistas desterritorializados, Paco de Lucena con La rosa, Miguel Borrull con la rondeña y Ramón Montoya con la milonga y la farruca; de casi ninguno tenemos registros sonoros de concierto hasta las primeras grabaciones que realizó Montoya en las décadas de los años 20 y 30 del siglo XX, grabaciones que se convirtieron en el primer documento sonoro a partir del cual poder valorar la gran aportación y la creación que cada uno realizaron, al recrear Montoya tanto las obras anteriores de Paco de Lucena como las de Miguel Borrull.
Esta universalidad se encuentra asimismo en la diversidad geográfica de sus lugares de nacimiento y de las poblaciones en las que se establecieron: Antonio Cano (1811-1897) en Murcia con sede en Madrid; Julián Arcas (1848-1882) en Almería y Málaga; Francisco Sánchez «El Jerezano» (s. XIX) en Jerez y Sevilla; Francisco Díaz Fernández «Paco de Lucena» (1859-1898) en Lucena, Córdoba y Málaga; Miguel Borrull Castelló (1866-1926) en Madrid y Barcelona, y Ramón Montoya (1880-1949) en Madrid.
Seis guitarristas precursores del concertismo flamenco; unos, los clásicos, como Antonio Cano y Julián Arcas, van a aportar los recursos técnicos y las ideas compositivas necesarias como modelo para que los flamencos superaran el toque tradicional ligado al acompañamiento; otros, los flamencos, como Paco de Lucena, Miguel Borrull Castelló y Ramón Montoya, van a ser receptores de los conceptos clásicos y, a su vez, fuertemente innovadores con personalidades destacadas que proporcionaron el ímpetu necesario para superar las limitaciones de este período primigenio, mientras que Francisco Sánchez «El Jerezano», fue capaz de adoptar el concertismo flamenco desde el clásico sin pasar por el acompañamiento al cante de una manera notoria.
Seis guitarristas que representan la universalidad del toque de concierto del siglo XIX, tan actual como contemporáneo. Con la contribución de todos ellos y, en especial, gracias a la conexión entre los clásicos y los flamencos, la guitarra flamenca de concierto inició su despegue con una fuerza inusitada, revolucionaria, al aglutinar la modificación de la técnica a través de la adopción de nuevos recursos, el desarrollo de ideas musicales en forma de obras de concierto y el establecimiento de un auditorio receptor del nuevo género musical emergente, la guitarra flamenca de concierto. Su consolidación definitiva requirió de la madurez del público flamenco español ya en el siglo XX. Pero esa es otra historia…
JULIÁN ARCAS
[Si quieres utilizar el texto como referencia: Castro Martín, María Jesús, 2014. La guitarra flamenca en el siglo XIX. Seis obras originales para cuarteto de guitarras flamencas, p. 8. Madrid: RGB Arte Visual.]
Julián Arcas (Almería, 1832 – Antequera, 1882) es una figura primordial para conocer el ambiente guitarrístico de mediados del siglo XIX, ya que se le considera un eslabón entre la gran escuela clasicista-romántica de Sor y Aguado y la escuela de Francisco Tárrega de finales del siglo XIX. En las décadas de 1860-70, Arcas llevó a cabo sus principales actuaciones por los principales países europeos, causando la admiración ante la corte inglesa, entre otros públicos receptores.
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Los orígenes andaluces de Julián Arcas seguramente favorecieron los contactos que éste pudo haber tenido con las formas folclóricas y el incipiente flamenco que se empezaba a gestar entonces, en una época en la que se revalorizaba el folclore popular. En este sentido, la importancia de Arcas para el flamenco no reside en ser el primer concertista flamenco, ya que no se puede considerar a Arcas como tocaor sino guitarrista clásico, y sí en ser el foco a partir del cual las reelaboraciones del folclore y de las músicas de baile se convirtieron en prototipo del repertorio de los guitarristas flamencos de la segunda mitad del siglo XIX.
Las relaciones internas que se produjeron entre la llamada «generación perdida» de guitarristas españoles del siglo XIX (ver nota 1), en la que Arcas es el principal guitarrista, contribuyen a entender la transmisión y el intercambio que se pudo haber producido de formas compositivas y de recursos técnicos a la hora de elaborar un repertorio de concierto. A su vez, los conciertos realizados por los guitarristas clásicos en poblaciones de influencia flamenca posiblemente favorecieron el contacto de los clásicos con los primeros guitarristas flamencos, tocaores locales de la década de los 60 y 70 del siglo XIX que pudieron haber escuchado interpretaciones estilizadas de estilos populares o folclóricos: desde su nueva estancia en Almería, consta que Arcas realizó actuaciones en Jerez en el año 1873 en el Café Madrid, el Casino Jerezano y el Teatro Principal, así como en Antequera. Con anterioridad, el guitarrista clásico Trinidad Huerta, en la década de los 50 del siglo XIX, tocó su repertorio de concierto con obras reinterpretadas de aires populares en los teatros gaditanos de El Café del Correo y el Teatro Principal.
En el fruto de esas posibles relaciones, entre la escuela guitarrística nacionalista del siglo XIX y los guitarristas flamencos ya en activo en los cafés cantantes, es donde se puede buscar al primer concertista flamenco del que se tiene constancia, contactos que se debieron de producir primero en localidades andaluzas, al coincidir, por un lado, los guitarristas clásicos en búsqueda de la inspiración popular para sus obras de concierto de «aire andaluz» y, por otro, los guitarristas flamencos quienes se percataron de las posibilidades que ofrecían los nuevos recursos compositivos y las novedosas técnicas que posteriormente aplicaron a la guitarra flamenca.
La segunda obra que presenta el Cuarteto «Al-Hamra», «Soledad», está inspirada sobre las populares soleares de Julián Arcas, en concreto sobre «Soledad», obra basada en el folclore andaluz decimonónico que se divide en secciones cantables y de danza, según el principio de la repetición y sin un desarrollo en sí mismo como obra cerrada, por lo que se enmarca más en los bailes de la escuela bolera, tan en boga en el siglo XIX, que en una obra de concierto. Según el maestro Manuel Granados, la obra compuesta por él:
Consta de introducción, que nos ambienta el estilo por medio de variaciones o falsetas primitivas de carácter reiterativo, y cuatro elementos temáticos extraídos del original de Arcas y tratados melódicamente en el modo menor en La con final cadencial en el modo flamenco, como era característico en las primeras obras de este repertorio donde se reflejaba claramente la ambigüedad armónica entre un incipiente modo flamenco y un diseño melódico-armónico, basado en el acorde IV de dicho modo. El último tema nos presenta una terminación cadencial flamenca, pero con la característica de que el acorde Mi, tónica del modo flamenco, se convierte súbitamente en dominante secundario de La menor, dando así una finalización de carácter clásico a la obra, propia de esa época.
1 Entre los nombres conocidos de guitarristas pertenecientes a dicha época, la mayoría de una manero u otra, están relacionados con Arcas: Tomás Damas, amigo de Julián Arcas, a quien le dedicó su obra «Al viajero solitario»; José Viñas, de quien se sabe que los hermanos Arcas, Julián y Manuel, acudían a sus reuniones privadas en la intimidad de su hogar barcelonés; Manuel Arcas, hermano del famoso Julián y también guitarrista; Juan Parga, discípulo de Arcas a quien le dedicó «Recuerdos de Cádiz», o Rafael Barroso, amigo de Julián Arcas y de Javier Molina Cundí, principal guitarrista de la escuela jerezana del toque. Otros guitarristas que compartieron época cronológica pero de los que no se tiene constancia de su relación con Arcas fueron Antonio Cano y Jaime Bosch, de quienes sí destacan sus repertorios, en sintonía con los de sus contemporáneos, en cuanto a un interés por el canto popular.
ANTONIO CANO
[Si quieres utilizar el texto como referencia: Castro Martín, María Jesús, 2014. La guitarra flamenca en el siglo XIX. Seis obras originales para cuarteto de guitarras flamencas, p. 7. Madrid: RGB Arte Visual.]
Antonio Cano (Lorca (Murcia), 1811-Madrid, 1897) inició su carrera guitarrística animado por Dionisio Aguado y desarrolló su trayectoria profesional en Madrid después de aprender armonía y composición. Tras varias giras por España, publicó en la década de los 50 del siglo XIX diversos «Álbumes de composiciones para guitarra» y su conocido «Método completo de guitarra» en el año 1852.
La mayor contribución de Antonio Cano al repertorio guitarrístico clásico fue el perfeccionamiento de la técnica del trémolo a través de su estudio, proceso que aplicó principalmente en dos obras: en el último estudio nº12 de su «Método completo de guitarra», que lleva por título «Otro estudio» de trémolo y en «El Delirio», obra de concierto en trémolo nº1 que se publicó en el «2º álbum de seis composiciones para guitarra» .
Esta aportación tuvo una influencia decisiva en el uso de la técnica del trémolo, no sólo en la guitarra clásica, con obras posteriores majestuosas como «Recuerdos de la Alhambra» de Francisco Tárrega, sino también en el ámbito de la guitarra flamenca. Se tiene constancia que el guitarrista clásico-flamenco Francisco Sánchez «El Jerezano» interpretó, junto a las obras de Julián Arcas y composiciones propias flamencas, la obra «El Delirio», con el subtítulo «Melodía de Cano», en varios conciertos en los años 1884 y 1885 en el Café del Centro de Jerez y en el Centro Filarmónico de Córdoba, respectivamente.
Esta obra de Antonio Cano, conocida como «El Delirio», es una fantasía compuesta de un desarrollo melódico a través de un trémolo clásico de dos notas aún incipiente. Asimismo, Julián Arcas compuso con posterioridad una obra también titulada «El Delirio» en la que se ejecuta un trémolo, a modo de fantasía con tema y variaciones, ya de tres notas.
Este trémolo clásico de tres notas es el que fue común en el llamado Flamenco antiguo, entre las primeras generaciones de guitarristas, y se convirtió en el principal recurso melódico que favoreció la consolidación de estilos no métricos, especialmente los cantes de Levante y, en general los derivados de los fandangos, al ampliar los limitados recursos del toque de pulgar y rasgueo indicados para el acompañamiento rítmico de los cantes y bailes.
En definitiva, la importancia de la obra de Antonio Cano reside en su aportación del recurso técnico del trémolo a la obra guitarrística flamenca de concierto, al exceder el ámbito clásico y, a través de Julián Arcas y Francisco Tárrega, llegar hasta guitarristas como Francisco Sánchez, Rafael Marín y Miguel Borrull quienes adquirieron dicho recurso como propio. Ramón Montoya lo recreó y le dio una mayor identidad flamenca al convertir el trémolo clásico en el trémolo flamenco de cuatro notas o tetrámolo.
La obra que da inicio al CD que presentamos del Cuarteto «Al-Hamra», «Romance en trémolo flamenco», está dedicada por su autor, Manuel Granados, a Antonio Cano, inspirada sobre un motivo de Rafael Marín y, en palabras del propio autor:
Se desarrolla exclusivamente con el mecanismo de trémolo flamenco en la tonalidad de Re mayor, con un tránsito momentáneo al modo flamenco en Fa#. Compuesta de elementos melódicos intensamente expresivos, consta de una introducción, puente, dos temas y un finale a tempo de vals, que genera una sensibilidad y placidez característica de la época.
LOS ALUMNOS Y EX-ALUMNOS DEL CONSERVATORIO DE MÚSICA DEL LICEU (II)
ALEJANDRO MONTSERRAT y NACHO ESTÉVEZ son pioneros en Zaragoza como fundadores de una escuela de guitarra flamenca propia, labor que compaginan junto a una importante proyección artística profesional, tanto como integrantes de su propio grupo musical Alejandro Montserrat grupo, como en solitario, Nacho Estévez «El Niño».
Otros alumnos nacidos en Aragón que han formado parte de los estudios reglados de grado superior son DAVID CELORRIO, que en la actualidad forma un dúo junto con ALBERTO LÓPEZ, el «Dúo Almoraima», y MIGUEL JARIOD quien es el primer guitarrista flamenco aragonés que se ha licenciado en la especialidad de guitarra flamenca y compagina su proyecto pedagógico con actuaciones de concierto.
Desde Valencia también se han interesado por el aprendizaje regular con MANUEL GRANADOS, bien estableciéndose en la capital catalana o a través de clases más distanciadas, como HÉCTOR DELGADO (Villareal (Castelló de la Plana)), también licenciado en guitarra clásica por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y actual componente del Cuarteto «Al-Hamra», JOAN HERRERO o DANIEL LEBRÓN.
Euskadi y Navarra también son comunidades desde las que han llegado guitarristas para formar parte del alumnado de MANUEL GRANADOS, en la actualidad PELLO OLASKOAGA es un guitarrista navarro que sigue sus estudios de grado superior en el Conservatorio del Liceu.
Los estudiantes de Las Islas Canarias también forman parte de los discípulos del maestro, algunos de ellos ya afincados en Barcelona, como JAVIER MORENO (Las Palmas de Gran Canaria) reconocido concertista y componente del Cuarteto «Al-Hamra» o AGONEI SANTANA.
Andalucía ha contribuido en menor medida pero significativamente al conjunto de los discípulos de MANUEL GRANADOS, como el gaditano JUAN HINOJO, guitarrista acompañante durante algunos años de El Agujetas y en la actualidad promotor del flamenco en Alemania, o JOAQUÍN PARRA de Utrera.
Por último, entre la gran lista de alumnos extranjeros que desde el inicio de la Escuela Superior de Guitarra flamenca se han acercado a Barcelona para aprender con MANUEL GRANADOS, atraídos por la difusión internacional de su material pedagógico, destacan muchos de ellos llegados tanto de diversos países europeos como de Oriente y Estados Unidos.
Y del lejano oriente, China y Corea son los países asiáticos de donde provienen la mayoría de alumnos orientales, CHANQING y XAOLI JIAO de China, o JUNHO LEE y HWAN SEE PARK de Corea del Sur.
Los alumnos iberoamericanos destacan en gran número, aportando la escuela del maestro a la vida musical de sus países de origen a su vuelta tras sus estudios en Barcelona.
LISANDRO SALINAS de Chile, MARCOS PUÑA de Bolivia, HERNÁN NAVARRO de Argentina, CARLOS ALBERTO FALCONI de Ecuador, LUIS FERNANDO AGUILAR de Costa Rica y CARLOS MANTILLA DE COLOMBIA, entre muchos otros.
También HERNÁN NAVARRO, guitarrista y música argentino afincado en Albacete, que en la actualidad desarrolla una importante carrera profesional, y fue uno de los primeros alumnos en obtener la titulación privada.
Desde Francia guitarristas que han tenido continuidad en sus estudios de guitarra flamenca son JEAN HUTH, director en Dijon de la Asociación de la guitarra; ENMANUEL CASTÁN y JOHANN SEBASTIAN SCHEIDER, quien ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en Japón.
Italia es uno de los países europeos en el que más ha arraigado la escuela de MANUEL GRANADOS, por otra parte desarrollada en fecha muy temprana desde los primeros espectáculos y conciertos que ofreció un joven Granados en gira con diversas compañías de baile.
Alumnos como ENRICO SOLIERI, MAURIZIO DEL RIO, RICCARDO BINI, guitarrista clásico que perfeccionó la técnica flamenca con Granados, GIORGO VERDEROSA, JUAN LORENZO, BRUNO PEDROS y ALESSANDRO AGOSTINI, entre muchos otros.
Otros países europeos de los que han procedido diversos alumnos son, Suiza, con GONZALO ÁLVAREZ, suizo de segunda generación de padres españoles; Croacia, con AMIR SUARA; Inglaterra, con CHARLES SOUTHGATE; Austria, con DANIEL ZDRAHAL; Islandia, con TORVALDUR GUÖMUNDSSON; Bélgica, con DIEGO PERÁN; Dinamarca, con ERIK JOHANSSON STAAL; y Portugal, con NUNO MONTEIRO y PAOLO SANTOS.
Casi todos ellos han mantenido en sus países de origen la continuidad pedagógica de Manuel Granados y han llevado por todo el mundo el repertorio concertístico de su Maestro.
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LOS ALUMNOS Y EX-ALUMNOS DEL CONSERVATORIO SUPERIOR DE MÚSICA DEL LICEU (I)
Por la maestría de MANUEL GRANADOS han pasado cientos de alumnos que han configurado las distintas promociones y entre los que se hallan muchos de los actuales profesionales, tanto en Cataluña como en el resto de España y en el extranjero. Todos ellos han ayudado a crear el proyecto pedagógico de Manuel Granados.
Las nuevas generaciones que configuran la ESCUELA DE GUITARRA FLAMENCA EN CATALUÑA acoge a una mayoría de ex-alumnos de Manuel Granados que con el tiempo han abarcado todas las facetas de la guitarra flamenca, como concertistas, acompañantes al cante y al baile o pedagogos.
En general, la formación no sólo instrumental sino también intelectual que se ha llevado a cabo en la «Escuela Superior de Guitarra Flamenca», con conocimientos de solfeo, armonía y composición, entre otros, ha propiciado la vocación pedagógica de muchos de ellos, vocación que han sabido compaginar con su proyección artística, desde la dirección de grupos flamencos o como guitarristas acompañantes al cante y al baile.
La ESCUELA CATALANA DE GUITARRA FLAMENCA actual, desde finales del siglo XX hasta primera mitad del XXI, destaca por estar formada por un gran número de alumnos de Manuel Granados, cuya gran aportación es el desarrollo intelectual al estudio y conocimiento de la guitarra flamenca y, especialmente, una dedicación pedagógica que asegura la continuidad y evolución en la didáctica del flamenco.
Entre los guitarristas nacidos en Cataluña o afincados en ella que forman parte de los ex-alumnos y alumnos de Manuel Granados destacan:
DAVID LEIVA (Almería, 1977), profesor de grado profesional en el Conservatorio del Liceu junto al Maestro y referente actual en la metodología del acompañamiento al cante mediante sus numerosas publicaciones.
http://www.latateyco.com/guitarra/paco-heredia.html
DAVID COLL, intérprete, profesor y coordinador de los festivales más importantes de flamenco en la ciudad de Girona, ha formado un dúo de guitarras llamado Scordatura Duo con el también ex-alumno GAVIN BUCKLEY.
PEDRO BARRAGÁN (Barcelona, 1979), guitarrista acompañante y profesor auxiliar en la conocida Fundación «Cristina Haaren» de Sevilla, fundador entre otros junto a otros ex-alumnos de Manuel Granados de la Sociedad barcelonesa «El Dorado».
BERNAT JIMÉNEZ DE CISNEROS (Barcelona, 1973), profesor de guitarra habitual en numerosos talleres de la Ciudad Condal, es autor de un novedoso libro didáctico sobre la musicología del flamenco.
LUIS ROBISCO (Caldes de Montbuic, ), guitarrista con una importante trayectoria internacional, forma parte de diversas formaciones instrumentales, como Barcelona Guitar Trio o Luis Robisco group, o como solista.
JOSÉ ANDRÉS CORTÉS (Barcelona, 1981), guitarrista que ha colaborado entre otros con las compañías de Rafael Amargo o Chicuelo.
http://www.elartedevivirelflamenco.com/guitarristas140.html
Otros ex-alumnos son JOAN HERRERO, REINALDO RIVERO, EMILIANO PÉREZ, RAÚL BERNAL, CRISTIAN COSTA, JOSÉ LUIS GARRIDO, LUIS CASASÍN y EDGAR LÓPEZ entre muchos otros, guitarristas en activo que han contribuido al panorama musical flamenco de la Ciudad Condal. Junto a ellos, se encuentra un número reducido de guitarristas-cantaores que han perfeccionado su técnica junto a Granados: ANTONIO HERNÁNDEZ, cantaor-investigador que junto a CARLES LLOVERAS han llevado a cabo un trabajo de investigación sobre el flamenco, LUIS QUIRÓS que desarrolla su faceta de cantaor con una formación estable flamenca, o JOAQUÍN HERRERA.
El alto nivel conseguido por estas generaciones de jóvenes guitarristas posibilitó el éxito en su carrera profesional, presentándose algunos de ellos a concursos en los que obtuvieron las máximas calificaciones, como JOSÉ LUIS PASTRANA, quien en el año 2005 obtuvo el 1er premio en el Certamen Nacional de Guitarra Flamenca «Ciutat de l’Hospitalet», y en el año 2006 el 1er premio en el Concurso de guitarra «Ciudad de Jaén».
En el grupo reducido, pero no por ello menos importantes, de mujeres guitarristas que han formado parte de la escuela de MANUEL GRANADOS destacan MONTSE MADRIDEJOS, quien ha orientado su carrera profesional hacia la investigación del flamenco en Cataluña y actualmente forma parte del profesorado de distintos programas de estudio de flamenco en diversas instituciones, y VIRGINIA GÓMEZ, guitarrista clásica-flamenca que compagina la docencia con sus actuaciones en el ámbito de la música artística.
Por último, algunos de los ex-alumnos combinan su faceta de profesores de guitarra flamenca con colaboraciones en grupos posmodernos de fusión, entre flamenco y rumba catalana o en grupos de flamenco fusión, como JOSEP GÓMEZ, TONI PELEGRÍN, ROGELI HERRERO y XAVIER CALERO, antiguos componentes de «Los Manolos»; CARLES LLOVERAS, fundador del grupo «Mama Canalla» y ex-guitarrista de «El Puchero del Hortelano»; ÓSCAR MARTÍNEZ, profesor de la Escuela de Música de Sant Vicenç dels Horts y guitarrista de «Los Sobraos»; XAVI CIURANS, cantante y guitarrista del grupo «Gertrudis» y CRISTIAN CANTERO que dirige la formación «El Paño Moruño».
En la actualidad el proyecto de MANUEL GRANADOS continúa con los estudios reglados de Grado Superior de la especialidad Guitarra Flamenca en el Conservatorio del Liceu, estudios que aglutinan diversos contenidos y de los que han salido ya los primeros licenciados: JONATAN JIMÉNEZ, JULI QUESADA, MARC SEGURA, JOSÉ RIDER y MIGUEL JARIOD de las primeras promociones.
Todos ellos están en activo como promotores, profesores, concertistas en solitario o en conjunto instrumental, como MARC SEGURA y JOSÉ RIDER que, al margen de su desarrollo como concertistas, forman parte en la actualidad del Cuarteto de Guitarras Flamencas «Al-Hamra».
Y entre los actuales estudiantes, ÓSCAR MARTÍNEZ, ALBERTO LÓPEZ, DAVID CELORRIO, ROMÁN FERNÁNDEZ, JORDI CASTILLO, JUAN MANUEL ÁVILA, DANIEL CANDEL, ORIOL PLANAGUMÀ, ANDRÉS HERNÁNDEZ, PELLO OLASKOAGA, ANTONIO MARTÍNEZ, JOAQUIM CAMPS y PACO ROMERO, entre otros.
«Dúo Almoraima» con David Celorrio y Alberto López
Todos ellos forman parte de la ESCUELA CATALANA DEL TOQUE ACTUAL actual, junto a muchos otros, más anónimos pero igualmente importantes que han contribuido a configurar y afianzar el magisterio de MANUEL GRANADOS.
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PROYECTO PEDAGÓGICO DE MANUEL GRANADOS
El Aula de Guitarra Flamenca de Barcelona dio inicio al magisterio de Manuel Granados en el año 1989, proyecto que tuvo su continuidad en 1993 con la incorporación del aula al Conservatorio del Liceu, formando parte el aprendizaje de la guitarra flamenca de unos planes de estudios de un conservatorio superior por primera vez en Cataluña.
El nuevo Departamento de guitarra flamenca del Conservatorio del Liceu consolidó unos planes de estudio divididos en cursos lectivos con diferentes niveles de dificultad, con la asignatura de guitarra como principal, completado con diversas asignaturas teóricas impartidas por el propio Manuel Granados, como Teoría Musical, y por María Jesús Castro, como Historia del flamenco.
La gran demanda de alumnado exigió la ampliación del profesorado y ex-alumnos como Bernat Jiménez de Cisneros, Xavier Alicart, Joaquín Herrera o Joan Asensio, formaron parte del departamento como profesores ayudantes, siendo David Leiva quien tuvo una mayor continuidad hasta el curso 2016-17.
Ya convertido el departamento en «Escuela Superior de Guitarra Flamenca», según la aplicación de la LOGSE, se establecieron diferentes cursos según niveles con un conjunto de horas lectivas y cuya finalización daba la posibilidad de obtener un diploma superior de carácter privado.
Desde el curso 2002-2003 se produjo la posibilidad de la simultaneidad teórica de estudios no-reglados y reglados de guitarra flamenca, aunque su aplicación práctica se inició con la aprobación de los estudios reglados en el grado profesional en el curso 2009-2010 y del grado superior en el 2010-2011, a partir de cuya fecha la Escuela Superior de Guitarra Flamenca se integraba en el conjunto de los nuevos planes de estudios oficiales de grado superior del Conservatorio del Liceu, estudios que continúan hasta hoy día.
La consecución de la oficialidad de los estudios de guitarra flamenca impartidos en el Conservatorio del Liceu son el resultado de más de veinte años de trabajo, en el curso 2017-2018 celebramos el 25 aniversario, y dedicación del maestro Manuel Granados junto a otros profesionales, como María Jesús Castro, quien ha conseguido afianzar la pedagogía del flamenco siendo un referente para varias generaciones de guitarristas.
INTRODUCCIÓN
Blog creado desde la experiencia profesional de más de veinte años de magisterio dedicados a la enseñanza del flamenco, para continuar trabajando en la excelencia de la educación del flamenco.
El cuadro del inicio se titula «Tango de la corala», óleo del pintor Hermenegildo Anglada Camarasa.
El cuadro titulado «Granadina» o «Gitana del Albaycin» (1895) es obra del pintor Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861-Aranjuez, 1931).
El cuadro titulado «Café cantante» es obra del pintor Ramón Casas (Barcelona, 1866-1932).
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